Valientes de nombre y apellido.

domingo, 18 de septiembre de 2011

My Name is Ana.

Nunca antes había escrito sobre hechos reales. Quizás esto se debe a que nunca antes había encontrado mi vida. Mis historias. Mis anécdotas lo suficientemente interesantes como para ellos. Y ahora. Ahora las cosas han cambiado un poco. Pero solo un poco. Yo sigo siendo la misma chica morena, bajita y con unos, no demasiado sorprendentes, ojos verdes. Estaréis pensando que esto no dice mucho de mí, que en el mundo hay cientos y cientos, incluso muchas más, chicas como yo. Asíque repetiré mi humilde presentación. Mi nombre es Ana, Ana a secas, Ana para los amigos y Anastasia para todos aquellos que me conozcan en una noche de Borrachera. Si ya se que no es un nombre muy común, pero cuando mi sistema nervioso esta invadido de bebidas que, naturalmente me hacen ser una persona bastante diferente a la que soy normalmente, adoro llamarme Anastasia. Como esa película que veía sin cesar cuando tenía siete años. Si eso es. Una princesa que es separada de sus padres y realmente hasta el final no descubre que es “Anastasia” hija de unos duques o marqueses de Rusia. Pero bueno volveré a donde estaba. Aunque quizás sea conveniente que os advierta, antes de continuar, sobre mi defecto de irme por las nubes cuando comienzo a hablar.
Mis abuelos me decían que esto era porque, al ser tímida, intentaba ocultar los silencios con temas incoherentes y absurdos. Justo lo que estoy haciendo ahora. Yo, Ana, soy una chica de dieciséis años, vivo en Cádiz. Una preciosa ciudad al sur de España. En la comunidad de Andalucía. Cádiz, capital de Cádiz. Mi mundo esta allí, en esas hermosas playas de arena blanca, viendo como los barcos cruzan el muelle. Comiendo pecadito frito y oliendo el “especial” olor de las algas en pleno mes de Diciembre. En Cádiz nunca hace frío. Tenemos veranos calurosos, inviernos calidos, primaveras templadas. Adoro mi ciudad. No me obliga a llevas esos enormes chaquetones de plumas en los que parece que estoy embutida, ni absurdos gorros de lana, que me tapan los ojos. En mi familia somos cuatro personas. Bueno en una ocasión fuimos cinco, cuando mi hermana encontró en la calle a su perro imaginario. Pero la fantasía le duro poco, incluso aunque yo le regale por su santo, el de mi hermana no el del perro, una bonita correa en tonos azul cielo.


1 comentario:

Dejame aprender de ti.