Y fue a la hora de la despedida, cuando empezaron a conocerse. Y menos mal que el confundió la cintura del reloj de arena, con las caderas de ella, y decidieron quedarse un rato mas a contar granos de arena. Ellos convirtieron su historia amor, en los resúmenes de la parte de atrás de los libros, y cuando fueron a vivirla, ya sabían demasiado sobre el argumento. Ella esperaba demasiadas soluciones, y el solo buscaba resoluciones. Y así no había quien se entendiera. Y sin embargo se querían. Quizás en demasiadas ocasiones a “medias”, aunque también muchas veces sin ellas. A pierna suelta entre las sabanas.
Pero ya te digo, eso fue en la hora de la despedida. Cuando llegó la hora de reencontrarse se habían vuelto a perder.
Saber o suponer el final antes de tiempo nos impide disfrutar del inicio. Muy bonito texto, como siempre. Amo la forma en la que escribes.
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